Una vez despierto y tras comprar algo para desayunar en un pharmacy, atravesé Central Park de nuevo para dirigirme al Museo de Historia Natural.
El único museo de este tipo que había visitado previamente, era el de Londres, en el cual había estado dos años antes y del que recuerdo que me gustó mucho la entrada, pero que ciertas partes, me dieron un poco de yuyu con tanto animal disecado para mostrar, aparte de que había ciertas instalaciones muy anticuadas. A pesar de ello, no me desanimé y decidí visitar el de Nueva York y de verdad, no me equivoqué.
El AMNH, siglas por las que se le conoce, es realmente un museo genialmente conservado, muy moderno y lleno de cosas que la verdad creo que entretienen un montón tanto a pequeños como a mayores.
Para empezar hay una sala impresionante con un modelo a escala, de cómo es en tamaño una ballena azúl y podamos ser capaces de observar lo grande que es el considerado como animal más grande de la tierra. Yo la verdad es que agradezco que no sea de verdad, porque creo que no le quita ápice de realismo (pobre ballena si toca disecarla para colgarla en un museo) y además me encantó la sensación que generaba la sala.
Por otro lado la colección de dinosaurios es impresionante. tienen un montón de fósiles y esqueletos muy bien conservados, que probablemente disfrutaréis mucho.
Existe también una sala que emula lo que viene siendo una selva tropical, que también está muy conseguida, aunque igual con el ambiente "húmedo" para recrearla, os sintáis de repente un pelín ahogados :D
Y ya por último, lo que para mí fue con diferencia lo mejor de todo el museo: el planetario. Asistí al visionado en el planteario de un documental que se llama "Dark Universe" y os aseguro que aunque ni de lejos entendí todo lo que allí se mostraba (mezcla de mi inglés y de los conceptos), me pareció impresionante de bonito y bien montado. Creo que si volviera, iría mínimo 10 veces más a ver todos los documentales que pudiera en el planetario.
Una vez acabada la visita y tras hacer unas compras por la tienda (unas camisetas realmente originales si sois un poco geeks del mundo científico), iba a empezar la vuelta hacia el hotel, pero desgraciadamente llovía a chuzos. Decidí comer para refugiarme en uno de los restaurantes que hay dentro del museo y la verdad, es que fue caro y bastante malo. No os lo recomiendo.
Como me aburría me hice una foto con Theodore Roosevelt, el presidente que creó los parques nacionales y más lucho por conservar la fauna, que tiene una estatua en medio del museo.
Una vez cesó la lluvia, pude volver a mi hotel para coger fuerzas para otro de los platos fuertes del día: el 4 de Julio.
El 4 de Julio para el que no lo sepa es el día en que se conmemora el día de la independencia de Estados Unidos.
Los americanos, si de algo se caracterizan es por ser patriotas por encima de todo. Los veréis en Broadway con camisetas con su bandera, iréis a su casa y más de uno tendrá su bandera en el balcón, y por supuesto una de las celebraciones que más llevan a rajatabla es su fiesta nacional.
En el caso de Nueva York, lo típico es dirigirse a ver los fuegos artificiales que se dan junto al puente de Brooklyn. Mi idea como amante de la fotografía era irme dando un paseo hasta posicionarme al otro lado del puente y poder sacar fotos del puente con Manhattan de fondo, y los fuegos artificiales. Desde luego si queréis hacer esto... Id antes que yo.
Debido al retraso con el que salí, me fue imposible cruzar ya ningún puente y puesto que no quería tener muy mal sitio, debido a la grandísima aglomeración que acudía, al final me quedé en el lado de Manhattan a ver los fuegos.
Los fuegos artificiales estuvieron bastante bien y la gente empezó a gritar USA una vez acabaron (de manera un poco tímida, que no llegó a apoderarse de todos los presentes).
Una vez finalizados y tras ser asaltado de camino de vuelta al hotel, por una chica que me preguntó por un bar como si yo fuera un neoyorkino más, me metí en la cama para estar descansado para nuestra siguiente etapa: el museo Guggenheim y la Estatua de la Libertad.
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