Hoy es nuestro último día de este bonito viaje que nos ha llevado a conocer este precioso país llamado Japón (para aquellos que no lo saben, derivado fonéticamente de los kanjis sol y origen, dado que para los chinos, Japón era el país del sol naciente).
Me levanto a las 7 de la mañana a pesar de haber puesto el despertador más tarde, pero es que estoy deseoso de disfrutar de mi último día.
Lo primero que hago es devolver las llaves en el hotel y dejarles la mochila hasta que vaya al aeropuerto, para que me sea más fácil desplazarme. Al acabar, echo cuentas del dinero que me sobra, teniendo en cuenta que tendré que reservar 2470 yenes para el trayecto en tren al aeropuerto (dado que ayer ya se me acabó el JR Pass). Por ello he dejado para el final, todos los barrios cercanos al hotel, para así poder ir andando y hacer las últimas compras.
Primero me dirijo hacia Ryogoku conocido por ser el barrio del sumo. Había oído que si encuentras algún gimnasio abierto, es posible verles entrenar, pero desgraciadamente no encuentro ninguno. No obstante, estoy al acecho de ver si me encuentro con algún sumo para hacerme una selfie con él (ilusiones que tiene uno). Veo a uno a lo lejos que sale de un coche extremadamente pequeño para el tamaño del sumo y se me escapa... Así que solamente me queda dar un paseo y disfrutar un poco del ambiente y la historia del barrio (poco después vi otro par a lo lejos, pero tampoco logré cazarlos).
Me levanto a las 7 de la mañana a pesar de haber puesto el despertador más tarde, pero es que estoy deseoso de disfrutar de mi último día.
Lo primero que hago es devolver las llaves en el hotel y dejarles la mochila hasta que vaya al aeropuerto, para que me sea más fácil desplazarme. Al acabar, echo cuentas del dinero que me sobra, teniendo en cuenta que tendré que reservar 2470 yenes para el trayecto en tren al aeropuerto (dado que ayer ya se me acabó el JR Pass). Por ello he dejado para el final, todos los barrios cercanos al hotel, para así poder ir andando y hacer las últimas compras.
Primero me dirijo hacia Ryogoku conocido por ser el barrio del sumo. Había oído que si encuentras algún gimnasio abierto, es posible verles entrenar, pero desgraciadamente no encuentro ninguno. No obstante, estoy al acecho de ver si me encuentro con algún sumo para hacerme una selfie con él (ilusiones que tiene uno). Veo a uno a lo lejos que sale de un coche extremadamente pequeño para el tamaño del sumo y se me escapa... Así que solamente me queda dar un paseo y disfrutar un poco del ambiente y la historia del barrio (poco después vi otro par a lo lejos, pero tampoco logré cazarlos).