Nos levantamos y tras disfrutar de un grandioso desayuno en el buffet (siempre hay que coger fuerzas) afrontamos el segundo día en la ciudad.
Lo primero que haremos es visitar el Barrio Judio, también conocido como Josefov. Este barrio consta de seis sinagogas que podréis visitar con la misma entrada, además del cementerio judio.
Como las otras veces, decidimos ir andando y dando un paseo por la ciudad. Si te has hospedado por el centro, comprobarás que el barrio no queda muy lejos y que es posible llegar andando, sin tener que andar mucho.
Nos cruzamos con este bonito monumento a Kafka, en el que no dudamos hacernos una foto.
Nos acercamos a una oficina en la entrada del barrio, donde venden la entrada, si bien yo juraría que se puede comprar en cualquiera de las sinagogas y vamos visitando todas ellas. A mí personalmente, aunque me impresiona un poco, por la historia que ha vivido esta ciudad y muy en especial los judios de la ciudad, no me pareció lo más bonito de Praga.
Me resultó muy bonita la sinagoga española, conocida así por el estilo arquitectónico de su interior y también una de las sinagogas en las que se encuentran escritos los nombres de todas las víctimas judias checas del holocausto. El paseo por el cementerio también es curioso, pero como ya os digo, no fue una cosa que me llenara especialmente.
Una vez visitadas todas las sinagogas, nos vamos a lo que para nosotros era uno de los platos fuertes de Praga: el Klementinum.
El Klementinum es una biblioteca que construyeron los jesuitas en pleno centro de Praga, donde además podemos admirar en el edificio, algunos telescopios e instrumentos de medición que usaron en la época Tycho Brahe o Kepler.
La visita es guiada, para lo que en la entrada al edificio compras la entrada y esperas a la hora en la que comienza la visita.
La visita comienza por la biblioteca, que es preciosa como las fotos muestran, pero que por desgracia, al contrario de la que visitamos en Viena, no se puede acceder. Es decir, la iluminan tenuemente durante unos minutos para que puedas asomarte desde un mirador, sacar fotos y ver lo que hay dentro, pero no podemos pasear por dentro de ella.
Después, vamos ascendiendo a través del edificio hasta la torre astronómica, sitio donde hacían las mediciones los astrónomos de la época, y donde además podremos explorar una de las mejores vistas de la ciudad (no en vano era el punto más alto).
Además nos contaron una historia muy curiosa de que cuando apenas había relojes en Praga, una persona encargada dentro de la torre, cuando el sol marcaba que era el medio día, tenía que dar un aviso desde lo alto de la torre.
Una vez completada la visita, y tras comer algo por el camino, vamos a acercarnos de nuevo al puente de Carlos, para ir dando un paseo por la orilla y disfrutar de las bonitas vistas que nos muestra el rio Moldava. Para los amantes de la música, existe un poema sinfónico de Smetana (compositor checo) dedicado a su patria ("Ma vlast"), cuya primera parte "El Moldava" es una de las grandes obras de la música clásica (además encontraréis la escultura de Smetana al lado del río).
Llegamos a través del paseo por la orilla, al icónico edificio diseñado por el arquitecto Frank Gehry llamado la Casa Danzante y una vez allí, continuamos dando un paseo al hotel, comiendo unas patatas fritas que un amante de la música clásica no puede perder la oportunidad de probar: las patatas Smetana.
mayo 07, 2019
ViajeroSolitario
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