Tras un abundante desayuno de buffet en el hotel y con las pilas cargadas, nos vamos andando a la visita del Bastión de los Pescadores. Aunque a priori, puede parecer que hay poca distancia, os aseguro que aunque el paseo es bonito, teniendo en cuenta la elevación del Bastión, subir hasta arriba solamente andando puede ser un paseo bastante duro.
Por suerte, mientras vamos bordeando la subida, descubrimos que hay unos ascensores que nos llevan al Bastión al lado de un sitio llamado Var Gourmet que es una especie de tienda. Usando esos ascensores os aseguro que os evitaréis una gran cantidad de trabajo para subir y para bajar (nosotros los descubrimos de casualidad y eran gratuitos cuando fuimos).
Lo primero que nos encontramos fue el Palacio Sándor, donde podemos observar el famoso cambio de guardia (que os encontraréis en más sitios en Budapest, a los húngaros les encantan esas ceremonias).
Aparte del barrio que rodea al Bastión de los Pescadores, cuando ves el imponente monumento, lo primero que tienes es la sensación de haberlo visto en alguna serie como Juego de Tronos, pero tras una búsqueda en Internet, descubrimos, que no, que no aparece.
En el barrio también es posible que os encontréis con los famosos cambios de guardia que nos hemos ido encontrando en nuestra visita por Hungría, aquí os dejo un fragmento, pero por lo que vemos, es algo que les encanta a los húngaros.
Tras comer y reposar, volvemos hacia la zona de Pest y vamos a visitar un impresionante edificio que nos llamó la atención al pasar por delante, que es la Basílica de San Esteban. Os recomendamos que subáis hasta arriba, las vistas son impresionantes y por lo que cuesta la entrada, merece realmente la pena.
Continuamos nuestro paseo, vamos a visitar la Ópera de Budapest, con tan mala fortuna que resulta que está en obras, pero dado que está muy cerca, aprovechamos yendo a visitar la estatua de uno de mis compositores favoritos y que le da nombre al aeropuerto de la ciudad: Franz Liszt (o Ferenc Liszt como le conocen los húngaros).
Buscamos un sitio para cenar, y de casualidad siguiendo TripAdvisor, nos encontramos un sitio de pollos asados llamado Fuego y para nuestra sorpresa... ¡Eran españoles! El pollo asado estaba buenísimo y nos sirvió para ir con fuerzas a los bares ruina.
En nuestro caso, intentamos entrar en varios bares, ruinas pero estaba todo tan atestado de gente, que al final nos conformamos con el más clásico el Szimpla Kert, que fue espectacular. Estos bares ruinas que ahora están tan de moda, están en edificios antiguos prácticamente abandonados, que han sido reformados para tener estos bares, pero que mantienen ese aspecto de que todo está desvencijado y viejo.
La decoración es curiosa y en el que estuvimos, tenían hasta una zona al aire libre, donde proyectaban películas antiguas. Toda una experiencia que debéis experimentar en vuestro viaje a Budapest.
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